No solamente estamos invadidos de noticias y citas falsas. También, tenemos el grave problema de que ni siquiera podemos confiar en la falsedad de lo que leemos.
Si bien, el universo está regido por ecuaciones matemáticas que utilizamos para describir lo que observamos, hoy en la internet, los algoritmos no están “simplemente” describiendo la realidad, sino que sobre-escribiendo y alterando el como la observamos.
Muchos de los “creadores” de esta nueva realidad, se arrepienten y mencionan que, de ser unos geeks outsiders luchando contra el “sistema”, se han transformado en los nuevos poderosos. Se han hecho millonarios descifrando como gestionar nuestra atención frente a una pantalla. Utilizando, posteriormente, dicha inteligencia, en nuestra contra. Todo lo anterior, ofreciéndonos “gratuidad” por estos sin duda valiosos servicios.
Dejé de creer en las conspiraciones hace un tiempo. Sin embargo, y a pesar de lo anterior, asumo y me hago cargo de la connotación conspiratoria que esto tiene. No obstante, no somos víctimas. Sino que, como siempre, hemos preferido la comodidad que es innata al ser humano.
Frases como “Ok Google” y “Oye Siri”, demuestran mi punto. Dejando ingresar a nuestros hogares y bolsillos, nuevas formas de inteligencia que, sin duda alguna, aprenden de nuestra comodidad y luego nos persiguen a través de la red, a través de las famosas “cookies”. Todo lo anterior, con un solo fin; el intercambio de la más poderosa abstracción de todas, el dinero.
Lograremos establecer conexiones sin la necesidad de dejar huellas en servidores y ser perseguidos por nuestras acciones (esta especie de karma instantáneo, codificado de manera binaria y desprovisto de “humanidad”).
Este texto, más que una crítica, es una descripción de lo que está ocurriendo. Tengo Gmail, Chrome, iPhone y utilizo Facebook e Instagram, entre otros. Y veo, como mi paso por el vasto mundo del internet deja mis huellas fijas en algún servidor de una ficticia nube. Que dicho sea de paso, no puede estar más alejada del cielo.
Considero muy importante destacar que, a pesar de todo lo que he descrito, tengo la secreta certeza de que vendrá una crisis tremenda. Que dará paso a un futuro transhumanista no distópico. En el cual la ciencia y la tecnología, en conjunto con la espiritualidad -alejada de la religiosidad y el dogma- sentarán las bases de una nueva cosmovisión.
Lograremos establecer conexiones sin la necesidad de dejar huellas en servidores y ser perseguidos por nuestras acciones (esta especie de karma instantáneo, codificado de manera binaria y desprovisto de “humanidad”).
Utilizaremos la tecnología como un medio de reconstrucción de nuestra desintegración cultural algorítmica y entenderemos que siempre hemos estado unidos; ya sea por ese famosos hilo rojo, el Tao o, el innecesariamente necesario, Facebook.
Es que nos hemos demorado varios miles de años en considerar la posibilidad de que esto no es más que una ilusión; una abstracción matemática sin límites, de la cual no tenemos ningún control, somos tecnología universal. Un espiral de información que nos muchas veces nos dejar sin una explicación lógica a lo que está ocurriendo.
Todo aquello que construimos, querámoslo o no, está en la lógica de la replica individual. Puesto que lo único que, medianamente, conocemos es a nosotros mismos y dicha individualidad, solo nos limita y no nos permite trascender hacia lo realmente importante; un nosotros integrado que se permita a si mismo coincidir y coexistir en un vasto universo de posibilidades.
PS. Les sugiero revisar el siguiente link.