Observar el interior, es decir dar vuelta la mirada, es tarea menos fácil. Que nos identifiquemos con lo que vemos, un desafío. Aceptarnos, un acto heroico.
Si somos lo que hacemos desde el ser, toda acción es un acto consciente que, deliberadamente, ha sido "validado" por nosotros mismos. Si no, es re-acción. En dicho tránsito, por más que no podamos ser o hacer de manera diferente, el tercer paso es aceptarnos en nuestra "realidad".
El observador que somos interviene el fenómeno en toda circunstancia. Desde la física cuántica, se menciona que "sin observador no existe fenómeno". Aquello que nos constituye como observadores, desde la perspectiva de la ontología del lenguaje, es la coherencia entre nuestro cuerpo, emociones y lenguaje. Es decir, no sólo somos aquello que hacemos desde el ser, es la construcción del observador que somos lo que establece nuestro repertorio para ser y hacer.